Porque rechazar un sentimiento que se puede dar
solo por miedo a que deje de darse
es como morir de sed frente al oasis de un desierto
Y que duro es pasar sed cuando tienes la salvación ante tus ojos, un deseo cristalino repleto del reflejo de recuerdos felices y nostálgicos en el que ansias sumergirte para degustar cada átomo de vida. Solo que ya no te fías de tus ojos, ansiados por rememorar momentos, te hicieron derrumbarte delante de demasiados espejismos y tragarte a conciencia cada grano de arena por la esperanza de que por un momento aquello pudiera fluir por tu cuerpo devolviéndole al sentir el significado que tu propia nostalgia le atribuye.
Que duro es ver como el punto de ebullición de tu propio miedo, paralizador y destructor, evapora toda esperanza de aquel charco ,delante de aquellos ojos inyectados en dolor, que ordenaron a tus labios fundirse en un silencio solo roto por el sonido de tus lágrimas amargas, que saboreas de nuevo en el anhelo de soñar con vivir de nuevo o a las que quizá te quieres inmunizar para no sentir, nunca más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario